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CON MOTIVO DE LOS ACTOS CONMEMORATIVOS POR LOS 50 AÑOS DE LA UNCTAD, DEL DIA 16 DE JUNIO 2014

DISCURSO PRONUNCIADO EN OCASIÓN DE LA 28° SESION ESPECIAL DE LA JUNTA DE COMERCIO Y DESARROLLO (17 JUNIO 2014)

Sr. Presidente
Sr. Secretario General de la UNCTAD
Excelencias
Distinguidos delegados

Nos sumamos a las declaraciones efectuadas por el Chad en nombre del G77 y China y de Trinidad y Tobago en nombre del GRULAC.

Conmemoramos en esta sesión el gran paso dado hace 50 años en el que, en un mundo fuertemente dividido entre países ricos y pobres, se reconocía la desigualdad existente y se sentaban las bases para procurar su corrección.
Setenta y cinco naciones en desarrollo aprobaron la "Declaración Conjunta" de la Asamblea General de la ONU en 1963 que dio origen al establecimiento de esta preciada Conferencia sobre Comercio y Desarrollo el 15 de marzo de 1964.
Fue a partir de esta iniciativa que comenzaron los debates con el objetivo de elaborar normas multilaterales más equitativas para el comercio, la inversión y las finanzas que tuvieran en cuenta la situación de desventaja y fragilidad de la mayoría de los países. No obstante, y a pesar del camino recorrido y de los esfuerzos desplegados, las diferencias persisten.

Posiblemente la concepción del desarrollo se haya modificado en estos 50 años debido a la aceleración del progreso científico y tecnológico y a la globalización impulsada por las comunicaciones; lo que podía ser considerado necesario para una existencia digna en 1964, hoy ya no es aplicable, ya que es lógico que en un mundo en evolución también aumenten las expectativas de las personas con respecto a su bienestar.

Pero la cuestión irritante y sin respuesta en 2014 es cómo a pesar de los avances alcanzados a nivel mundial - que ofrecen a muchos países un exceso de bienes y servicios - vastos sectores de la población continúan sumidos en las necesidades más extremas y, más grave aún, sin propuestas claras para superar esta situación.

El esquema de división internacional del trabajo impuesto por los países desarrollados, en el que Argentina oficiara principalmente como proveedor de materias primas y alimentos, obstaculizó sus intentos de avanzar en un proceso de acumulación basado en la producción industrial, limitando así fuertemente su desarrollo.

Le cupo la responsabilidad a un argentino, el Dr. Raúl Prebisch, de alertar sobre los efectos perniciosos de este sistema que condenaba a la mayor parte de la población mundial a una vida en el subdesarrollo para garantizar el bienestar de unos pocos. Surgió así la UNCTAD, como un primer paso de un largo camino que aún estamos recorriendo.

El mundo ha cambiado y los actores internacionales se han diversificado, pero el desafío del desarrollo persiste. La crisis iniciada en 2008 dio lugar a un nuevo rol a las economías emergentes que demostraron que el equilibrio global descansa en una mayor coordinación centrada en la promoción del desarrollo.

En este marco, hemos logrado instalar en el debate a nivel internacional en foros intergubernamentales y  organismos internacionales y académicos la necesidad de que las políticas nacionales de crecimiento económico deben formularse teniendo como objetivos fundamentales la inclusión social, la creación de empleo decente, la mejora en la distribución del ingreso y la mejora de la equidad.

Este planteo conlleva implícito el reconocimiento del rol activo del Estado para la formulación integrada de políticas públicas, que coloquen a las mencionadas políticas como objetivos prioritarios de los programas macroeconómicos.

En conclusión, consideramos fervientemente que la única vía posible para nivelar el campo de juego entre los países del centro y la periferia y frenar la reproducción de las asimetrías económicas existentes, consiste en la puesta en marcha de un modelo de industrialización con inclusión social que les permita a los países periféricos subir la escalera hacia el desarrollo, que los países del centro se han ocupado en derribar.

Muchas gracias Sr. Presidente

Fecha de Publicación : 24/06/2014